miércoles, 5 de diciembre de 2018

Alejandro Krawietz: «El poema forma parte de un estado del mundo anterior a la mera comunicación pragmática»

Poeta, crítico de arte y literatura y gestor cultural, Alejandro Krawietz (Tenerife, 1970) ha reunido en Para un dios diurno (Ediciones Idea, 2016) un arco de escritura de veinte años (1994-2014); en él se recogen sus tres entregas poéticas anteriores, La mirada y las támaras (1996), Memoria de la luz (2001, Premio de Poesía Pedro García Cabrera) y En la orilla del aire (2006, Premio de Poesía Emeterio Gutiérrez Albelo), a las que hay que añadir el inédito que da título al conjunto del libro, así como un apéndice con cuatro poéticas escritas a lo largo de este período y el texto Casa del aire (2004), publicado junto a fotografías de Augusto Alves da Silva dentro de la colección Revisitar Canarias. Asimismo, Krawietz ha editado las antologías La otra joven poesía española (Igitur, 2004), junto a Francisco León, y La realidad entera de Ángel Crespo (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2005). En 2013 fue comisario de la exposición Syntaxis: una aventura creadora, cuyo catálogo también se encargó de editar. Desde 2006 dirige el Festival Internacional de Cine Documental MiradasDoc.

Alejandro Krawietz

-Francisco León ha dicho de su poesía que, en ella, la «visión del modo en que conviven las palabras no es únicamente lingüística, sino totalmente alquímica. Su fe es la poesía, y el milagro de esa fe es la fundación, por la palabra, de una sobrerrealidad que ordena la realidad misma». Me parece que gran parte de la dilucidación crítica de su poesía pasa, en efecto, por lo esbozado aquí por León: lo lingüístico y lo simbólico se unen en su obra en el amplio margen de la razón poética según la concibió María Zambrano. Esa magia que parece operar en su poesía –y que aspira a reordenar el mundo–, ¿es al fin y al cabo una persecución de la belleza?

La poesía es una potencia del ser humano en su aspiración legítima hacia la comprensión del mundo. Era Valéry quien se preguntaba «¿Qué puede un hombre?». Un hombre puede, acaso, servirse de la poesía, de ese lenguaje que nace, para acercarse físicamente –desde el pensamiento– tanto a lo hermoso como a lo terrible. La única versión de la belleza a la que me interesaría acudir sería, entonces, aquella que nos permite ensayar esa tentativa de conocimiento. La belleza que perseguiría mi poesía es la que reside en esa capacidad para pensar lo real de una determinada manera, de una manera que hace visible el mundo en su duración, en su encarnadura y en su ejecución simbólica (todo ello a la vez, en un solo movimiento). La reunión del tiempo, de la fisicidad y de lo imaginario en un objeto real –radicalmente existente–, como lo es el poema, es la belleza. Así que no es tanto una cualidad como una herramienta, un sistema operativo. Me agrada que en su pregunta se hable de persecución –y no de logro– de la belleza. Creo sinceramente que esta intuición que con mayor o menor solvencia he tratado de expresar como reflexión no es un lugar que mi poesía haya logrado visitar aún. Pero cuando José Ángel Valente dice: «Cima del canto. // El ruiseñor y tú // ya sois lo mismo» demuestra que la poesía sí puede alcanzar ese lugar de la excepción del que hablo, en el ápice de lo real. Esto me reconforta. Me anima a seguir ensayando.

-Para un dios diurno reúne varios poemarios. El primero de ellos, La mirada y las támaras, es una especie de diario de la infancia con el paisaje insular de fondo; en Memoria de la luz profundiza en el «deseo de la mirada», un deseo que se propone capturar mediante la palabra despojada de artificios; En la orilla del aire supone el reencuentro con el paisaje insular, es decir, con el diario de la infancia, pero en esta ocasión desde la perspectiva del adulto reflexivo; finalmente, en Para un dios diurno el lenguaje entendido como la unidad que dota de sentido el acontecer del mundo alcanza la perfección diamantina a la que se refería Valente dentro de un espacio poético que se halla en las antípodas del canon oficial impuesto en nuestro país durante las últimas décadas.

Salvo el momento en el que habla de «perfección diamantina» (como decía antes no creo que mi poesía haya logrado la frecuentación de esos cielos), creo que estoy de acuerdo con la idea de que existe una correspondencia entre mis aspiraciones para esos libros y las breves descripciones que les dedica. La mirada y las támaras es un relato poético sobre la sorpresa y el aprendizaje del mirar: toda esa materia de luz que la vista alcanza me fue dada y estaba en mí impresa. El ejercicio de materialización lingüística de lo que me fue dado ver constituye mi escuela primera: no se trata sólo de mirar sino de transformar esa simple existencia en materia lingüística, en poema.Creo que Memoria de la luz y En la orilla del aire componen un mismo diálogo, ofrecido desde territorios enfrentados. Se trata de dos ejercicios de meditación sobre las condiciones del existir y la observación minuciosa de los acontecimientos que desencadenan, a veces, la transformación de lo realidad entera en una red comprensible. En el primero, la ausencia y la presencia componen un movimiento de representación del paisaje que obliga a un reconocimiento del ser, así que de nuevo lo que somos es lo que vemos, y lo que vemos se hace lo que somos. La poesía es, en ese libro, intermediaria necesaria entre cuerpo, lenguaje y mundo. 

Por su parte, En la orilla del aire es una vuelta a la luz insular, pero no propiciada por la memoria, sino por el presente. Había, en verdad, en aquellos días en que lo redacté –muy poco tiempo después de volver de una estancia de años en Francia y obligado a recorrer buena parte de la isla cada día al amanecer y al atardecer–, una verdadera vocación del aire por hacerse fruto, por darse como objeto físico, como pulpa de la luz. En esa belleza era fácil contemplar a los dioses que construyen y a los dioses que destruyen sentados a una misma mesa, compartiendo el pan robado a los seres del tiempo. Anduve como tomado por un entusiasmo profundo y honesto: entonaba el canto de celebración y el canto de elegía, simultáneos, de un territorio y su luz. 

Por último, Para un dios diurno cierra este ciclo con una incursión en la noche y sus fulgores. La escritura de ese libro constituyó una verdadera contienda, que perdí, que se pierde siempre, con el cielo nocturno. Pero de esas escaramuzas la palabra regresó con algunas respuestas inevitables: hay un sonar de las esferas, hay un espacio de suprema comparecencia de una soledad acompañada, hay un silencio que es respuesta y un silencio que es desesperación. Creo haber aprendido mucho en ese curso de investigación: la conciencia acerca de los propios límites, la sagrada voluntad de la enunciación, la apuesta mantenida incluso cuando la palabra enmudece, la certidumbre de que la muerte o el frío se constituyen también como derrotas victoriosas.

En cuanto a su última reflexión acerca del canon nacional, creo que sabe usted que en el año 2004 elaboré, con Francisco León, la antología La otra joven poesía española. En el prólogo de esa antología postulábamos la existencia de otra tradición para la poesía española del siglo que acababa de terminar. Una tradición distinta de la que señalan los manuales, amparada en la voz de poetas que no renunciaron nunca a la palabra moderna, a la poesía como misterio y como conocimiento, al ejercicio de la imaginación poética, a la experimentación. Una tradición sustentada, así pues, en poetas que no se contentaron con un realismo decaído, con el premio a la banalidad, con la confusión entre experiencia y ebriedad comercial. Desde Juan Ramón Jiménez hasta Melchor López o Jordi Doce, pasando por Francisco Pino, Carlos Edmundo de Ory, José Ángel Valente, Ángel Crespo, Andrés Sánchez Robayna hay una línea moderna ininterrumpida por más que haya sido ocultada –casi siempre sin éxito– por cierta crítica acomodaticia y ajena por completo al latir del mundo. No sólo eso, de la lectura de esos poetas no puede sino inferirse que la tradición de la lengua es mucho más rica cuando se contempla desde perspectivas ajenas a procesos nacionales: sumemos entonces a Borges, a Paz, a Sarduy, a Vallejo, a Darío, a Watanabe, ¡a Lezama! ¿Sabe usted con cuánta alegría pronuncia un poeta pequeño como yo los nombres que delatan la presencia en su misma tradición de esas voces? ¿Sabe qué hermoso don nos ha sido dado? Más aún, cuando la poesía de la lengua dialoga, lo hace con otras tradiciones, con la gran tradición universal: sumemos ahora a Stevens, a Valéry, a Elytis, a Montale, a Sophia de Mello, a Andrade. Y todavía más: sumemos la filosofía, la pintura, el cine, las revistas (que son un género creativo), la danza, la música. Más: la historia, la mitología, la ciencia. ¿Ve usted cómo resulta fácil situarse en las antípodas del canon oficial impuesto en nuestro país? Por suerte, amigo mío, el mundo no es pequeño. Es sólo frágil.
«La tradición poética de nuestras islas ha tomado [...] un camino nuevo con respecto del espacio peninsular. Creo que lo que decimos y el modo en que lo expresamos resulta incomprensible, a día de hoy, para ese ámbito [...] porque hemos sido alimentados por otras materias, por aromas de otro sol.»
Otra cosa más: creo, con Melchor López, que para bien o para mal, la tradición poética de nuestras islas ha tomado, por razones que podrían explicarse sin demasiado esfuerzo, un camino nuevo con respecto del espacio peninsular. Creo que lo que decimos y el modo en que lo expresamos resulta incomprensible, a día de hoy, para ese ámbito. No saben lo que hacemos. No saben qué intentamos. Esa es la razón de que la presencia en la península de nuestra poesía sea cada vez menor. No es desdén: es incapacidad crítica. Aquella poesía parece al final de muchas cosas. Y esta poesía está siempre en el inicio. Con todo, es importante para mí aclarar que no creo que estemos en ese otro espacio por una vocación hacia la confrontación, sino porque hemos sido alimentados por otras materias, por aromas de otro sol.

-Su libro abraza una suerte de panteísmo. Usted mismo, en una entrevista, reconoce que el dios o dioses diurnos «son los objetos, acciones, lugares y ensueños que componen la realidad cuando ésta alcanza un momento decisivo, cuando lo real es también verdad». Ese panteísmo se detiene de manera significa ante el hecho insular, al que contempla de manera documentalista, presentando a la isla como el «escenario de las imágenes» que deben ser «severamente» interrogadas. De hecho, en uno de sus poemas, “Y la luz en el rofe”, se refiere al paisaje insular en los siguientes términos: «La isla ofrece su lenguaje para el que hace de su deseo de escuchar una imagen de lo por venir. Es la compañera largamente aguardada. La tierra. La efigie de algo que se puede comprender». Quisiera que profundizara un poco en esta idea.

La idea de los dioses ha sido manoseada por las religiones a lo largo de la historia, hasta el punto de que se produce en este contexto una solidificación semántica total: la creación de un dios parece exigir la construcción de una religión. Sin embargo, desde la perspectiva en que yo lo contemplo, los dioses son concentraciones simbólicas que la realidad produce por sí misma cuando su haz de luz se encuentra con la pantalla del lenguaje. En ese escenario de la palabra, lo real se puebla con los frutos aromáticos de lo imaginario. Es una idea más primitiva, más simple, pero igualmente poderosa, de encarnación de lo sagrado: todo aquello que se vuelve revelador, que abre la percepción y el pensamiento hacia una reconciliación con el mundo y nos permite ensayar un sentido: eso es lo que llamo dios. Objetos, percepciones, ritmos, que nos permiten establecer un contacto con lo decisivo, con las fuerzas que convierten lo real en verdad. Una playa, un volcán, una piedra, una hoja, una ola, un astro, una mano, otros ojos. Nuestros dioses están ahí. Los seres humanos avanzamos entre los sortilegios de cientos de signos. ¡Sin la poesía estaríamos tan desamparados! La razón poética de María Zambrano repele esa orfandad del hombre: podemos comprender. Tenemos derecho. Es más que una opción. Estamos destinados a esa búsqueda. Estamos destinados a interrogar. Estamos destinados, muchos de nosotros, a una derrota esencial y decisiva. Pero otros logran algo. Una conquista pobre pero también decisiva. Un ápice. Recordemos a Ungaretti: M’illumino d’immenso

La isla nos ofrece, además, una conciencia de límite que termina por configurar la experiencia. Ese corte final, esa discontinuidad del territorio, obliga a un ejercicio de introspección en el que muchas veces es difícil hallar asideros. Por eso creo que se ha confundido ¡tantas veces! la conciencia de límite con aislamiento. En realidad, el insular no se halla aislado, sino cortado. Frente a los complejos que derivan del aislamiento, el insular debería permanecer inalterable y alto en su atalaya, con su catalejo único. El único privilegio del hombre de las islas es la autoconciencia que exige siempre todo fragmento. Nuestro adanismo, he dicho alguna vez, es el de los expulsados del paraíso. Ese es el premio, al mismo tiempo que es la condena.

-Paradójicamente, Para un dios diurno es un libro atravesado por la presencia de la noche, que puede interpretarse como el laboratorio secreto donde se elaboran con calma los elementos imprescindibles para la comprensión del mundo –«Todo está / más cerca ahora y se hace / visible, audible», escribe en el poema “Esferas”–. No obstante, la oscuridad que usted muestra se encuentra preñada de iluminación, de una luz dispuesta a abrirse a una luz aún mayor, en la medida de que esa comprensión del mundo a la que nos referimos empieza a adquirir forma, como no podía ser menos, con el inicio del día, con ese decisivo momento de transición hacia lo trascendental, pues, según sus propias palabras, «en el alba está el libro del comienzo».


Anhelaba realmente una respuesta de la noche. Aquellos fulgores. La luz de la luna y de los astros no rebota sobre ellos como sucede con la luz del sol: penetra la materia y la eleva. La saca de sí. En la noche se mira de otro modo. No con los ojos entornados: con todo el contorno, inmensamente abierto. Y hay que dejar que la noche venga, que entre: que nos levante hacia ella a nosotros también. 

He pasado muchas noches contemplando el firmamento, adentrando la mirada en las cavernas inmensas del encierro. De pronto, algo se enciende, allá abajo, y comienza el viento, y un crujir de esferas y de tierras, y el canto de los pájaros, y las voces de los hombres. Cuando termina de amanecer, el hombre que ha vigilado en la noche, ha asistido a algo similar a la revelación: la aparición de la luz ha creado ante él, de nuevo, el mundo. 

-En Para un dios diurno predomina la ausencia de tecnificación, que Heidegger interpretó, según expresa Diego Sánchez Meca, como la «época final de la historia del ser», en la medida de que, con ella, «no se produce ningún desvelamiento total del ser completamente desplegado y realizado». A lo largo de sus poemas lo más próximo a una tecnificación que muestra es la imagen –recurrente, eso sí– de los pescadores inmersos en sus faenas casi artesanales. No sé hasta qué punto esa ausencia se trata de una crítica deliberada al escenario de planificación e instrumentalización masiva que nos domina y que, como denunciaba Heidegger, nos aleja de la Naturaleza y de las opciones del ser humano por alcanzar algún tipo de transformación redentora. Ahondando en esta misma cuestión, me gustaría que comentase su poema “El pez del fondo”, donde expresa su deseo de que el animal surja de las profundidades marinas y se «trague» el monstruoso despliegue tecnológico articulado en torno al espacio insular (hoteles, avenidas, líneas eléctricas, etc.).

Uno y otro ejemplo no forman parte del mismo proceso de pensamiento. Las condiciones –la ley– del lenguaje poético aún siente estupor ante la invención del dinero: ante la asignación de valor a los objetos. Lo que quiero decir es que el poema forma parte de un estado del mundo anterior al proceso productivo, un estado de la palabra anterior a la mera comunicación pragmática. Desproveer a la palabra de esa raíz irreductible y redentora (Crespo decía en uno de sus aforismos que la palabra es la única moneda que se reparte sin partirse) ha sido uno de los trabajos que con más encomio ha labrado el mundo posmoderno. La obra de arte sólo responde ante su propia ley: ante la ley que crea para sí misma en cada caso. Valoro la calidad de una obra por el modo en que, llevándola al límite, encarna las formas de su propia ley. Por eso, creo que es necesario eliminar de los procesos humanos el halo hipnótico de la productividad. Toda exigencia social está actualmente alineada para que el ser humano acepte que el fin último de cada una de sus acciones sea un ejercicio de compraventa. En ese contexto, la poesía aspira a portar un mensaje esencial y absolutamente a contrapelo de esa forma del mundo dominante: que el lenguaje no está condenado, como parece querer el poder, a recorridos de dirección única entre vendedores de humo y compradores compulsivos. Como para componer un poema el poeta necesita materias que, en principio, carecen de todo valor (palabras, silencio, contemplación, ritmo), se piensa que un poema no sirve para nada. Pero, ¡ay de quien desdeñe los valores de las cosas que no sirven para nada!

En cuanto al poema al que hace referencia, es contrapunto de uno anterior que forma parte de La mirada y las támaras. En ese poema inicial hay un hombre que camina –el caminar siempre ha sido para mí una actividad imprescindible y sanadora– y anota, sin otro propósito, aquello que ve. Se trata de una enumeración en trance: cada nuevo objeto no se suma con el anterior, sino que se hace cuerpo en él. El poema compone, entonces, una percepción integral del espacio de la isla. Muchos años después, comprendí que aquella enumeración había sido errónea: allí parecía que el mundo caminaba hacia la belleza. No era así. Era la memoria la que se encaminaba hacia aquel lugar sagrado. Pero se trataba de un mundo que había sido devastado ya. Comprendí entonces que había razones fundadas para que las fuerzas oscuras del mundo se conjurasen. Sobre el pez del fondo convergen todas las imágenes de lo que surge. Todo lo que aparece, con violencia. Es el volcán que nace y ruge. Que se da a la luz rugiendo y escupiendo. Es la isla, cuando está a punto de quebrar la superficie marina con un alumbramiento. Es la bestia, en el albor de una estación nueva. Las islas aparecen y desaparecen. De algún modo, en este poema, los dioses del fondo, los que irrumpen, hacen justicia. 

-Por último, ¿qué le diría a los lectores para que se aproximen a las páginas de su libro?

Diría que se acerquen a la poesía. No necesariamente a la mía. Haroldo de Campos decía de ella que era la «prima pobre», la «detestada», Sophia de Mello que es «el canto para todos». Ambas definiciones se corresponden con la verdad. La poesía radicaliza, acrecienta y amplifica nuestra relación con el mundo. No conviene renunciar a esas potencias. 


Por Benito Romero

Agradecemos al autor del artículo su colaboración con nuestro blog.
Benito Romero Rodríguez (1983) es licenciado en Filosofía. Obtuvo el Premio Félix Francisco Casanova de Poesía (2002) y el Premio de Poesía de Juventud y Cultura de Canarias (2006), y ha colaborado en diferentes diarios y revistas de Canarias. Puede consultar sus publicaciones en nuestra Biblioteca.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Cómics en Canarias

Los cómics también llamados tebeos, historietas, colorines, folletín, sin olvidarnos de la versión japonesa del manga, han tenido una presencia constante en la sociedad. 
Su origen puede considerarse reciente en la historia o, si se establece un criterio de análisis más amplio, remontarse hasta tiempos muy lejanos.

El cómic, medio de expresión y transmisión esencial en la cultura popular desde la segunda mitad del siglo XX, no solo recoge, normaliza y expande esas herramientas de comunicación de un mensaje a través de la conjunción de texto y dibujo presentes desde hace siglos, sino que se ha convertido en un eficaz medio para el conocimiento y divulgación de la propia historia y, a su vez, se ha extendido a casi cualquier ámbito social y territorial donde un conjunto de ávidos lectores, adultos y jóvenes, quieren recibir ese mensaje inmediato y estimulante. No podía ser de otra manera en las Islas Canarias donde autores del arte secuencial han producido un amplio corpus de obras.
Ilustraciones de Diego Crosa. Revista Gente Nueva, 14 de mayo 1900, nº 28
Los antecedentes canarios se encuentran en las revistas y periódicos que iniciaban su andadura entre el siglo XIX y principios del XX, cuando comienzan a añadir en sus páginas el humor gráfico, las caricaturas y las ilustraciones de la mano de grandes autores isleños de aquella época: Ernesto Meléndez Cabrera, Diego Crosa (Crosita), Manuel Verdugo, Francisco González Padrón o Manuel Reyes.
En los años siguientes, además, ya la prensa local publica traducciones de viñetas y empiezan a llegar como ediciones independientes los célebres cómics internacionales y los tebeos nacionales.

Será en la década de los ochenta cuando se hable de los primeros cómics canarios, habitualmente publicados como fanzines: Hormiga de Pan, Camello, Punto Kaliente, S.D.R. o Cocainc.



Como ocurre en otros lugares, los cómics resultan eficaces para la difusión entre el público infantil y juvenil de la historia, costumbres y personajes del Archipiélago con numerosas títulos como La batalla de Tamasite, La historia de Canarias en comic: guagogui y, los más recientes, Historias de guanches de Juan Carlos Mora, entre otros.
Entretanto a la prensa insular llega una nueva promoción de humoristas gráficos, con sus populares tiras y viñetas, como Morgan, Francisco Medina, Eduardo González Rodríguez, Ducha & Burgazzoli.  

Con la garantía del camino recorrido la siguiente generación de autores de la ilustración y el cómic en las islas, que encuentran otras fuentes de inspiración en sus trabajos, triunfan tanto en el ámbito nacional como internacional. Este es el caso de Javier Pulido incorporado a la esfera Marvel y DC, donde dibuja para distintos números de Hulk, Catwoman, Spiderman, Batman, La Bruja Escalata, Jessica Jones y muchos otros; o Ángel Hernández ilustrador de Arrow y Flash. También Rayco Pulido -hermano de Javier Pulido- Premio Nacional del Cómic 2017 con Lamia. 
Con la mirada puesta en un futuro próximo, que se presenta prometedor, una nueva etapa empieza a dibujarse entre nuevos protagonistas en la cultura del arte gráfico.





El mundo del cómic también forma parte de los documentos disponibles en la Biblioteca de Canarias de la Universidad de La Laguna con una importante presencia que pueden verse en la muestra bibliográfica que hemos preparado. Los títulos expuestos se encuentran disponibles en el enlace: Bibliografía. Cómics en la Biblioteca de Canarias de la ULL.





Nota:
Imágenes propias

martes, 30 de octubre de 2018

La brujería en Canarias: superstición y prácticas populares

Goya, Francisco de. Los Caprichos.  Madrid: Calcografía Nacional, 189?
El último día de octubre viene marcado por la celebración de Halloween que, poco a poco, va desplazando las costumbres tradicionales del Día de Todos los Santos, asunto al que hemos dedicado un artículo en este blog: Día de Difuntos en Canarias: entre las antiguas y las nuevas costumbresEn esta ocasión nos detenemos en otro aspecto que caracteriza actualmente estos días como es la figura de la Bruja, no en vano el 31 de octubre también se conoce como la "Noche de Brujas".

Aunque no hay acuerdo entre los investigadores sobre la explicación de este mito, parece que tiene su origen en la celebración celta del Samhaim -samauhin o samain- que marcaba el fin de la temporada de cosechas.
El año celta se dividía en períodos separados por una combinación de festividades solares y lunares con dos celebraciones principales de invierno y verano: el Samhaim y el Beltain. Tiempo de los espíritus cuando se fundían las dos dimensiones la de los vivos y la de los muertos(1).
El Samhaim era la celebración del año nuevo y el inicio del invierno, dominada por la Cailleach, que viene a representar a una "bruja o anciana que podía convertirse en una joven gracias a su magia"(2).

Trasladándonos al ámbito de Canarias la brujería propiamente dicha empieza a ser conocida con la Conquista de las islas y perseguida, como en otros lugares, con la implantación de la Inquisición a principios del siglo XVI y hasta el XIX.
Un ejemplo documental del proceder de la Iglesia católica en esos tiempos lo encontramos en el Archivo Personal de José Agustín Álvarez Rixo. Se trata de dos avisos públicos para concurrir a la parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia el diez de marzo y a la Parroquia de la Concepción de la Orotava el doce de marzo para oír el edicto general de fe, cuyo objeto es excomulgar a unas brujas(3).

 Avisos público de concurrencia a la parroquias 
para excomulgar a las brujas
Manuscrito, [17??]. P. 1
Avisos público de concurrencia a la parroquias 
para excomulgar a las brujas
Manuscrito, [17??]. P. 2

En el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad encontramos uno de los tratados más famosos que circulaban en la época "donde, en lengua vulgar, se critican y rechazan desde el punto de vista teológico y moral las creencias y prácticas relativas a la brujería, nigromancia, hechicerías, falsa astrología, etc." de Pedro CirueloReprobacion de las supersticiones y hechizerias: libro muy vtil, y necessario a todos los buenos christianos, que fue impresso en Medina del Campo, en casa de Guillermo de Millis en 1551(4).

Las víctimas de la Inquisición acusadas de brujería o hechicería fueron sobre todo mujeres, aunque también hubo hombres vinculados a estas mañas, como queda reflejado en los Diarios de José de Anchieta y Alarcón(5), de donde extraemos su anotación del 4 de septiembre de 1749 «prendieron a Melchor Eías Donoso, sastre natural de Málaga, porque dicen que mató a su mujer con hechizos o polvos...» .

En esta cita se refleja una de las prácticas más comunes en la brujería canaria como eran las relacionados con conjuros y hechizos tanto de amor como los de relaciones de pareja, otros también habituales eran la adivinación, poderes sobrenaturales, comunicación con el más allá y de naturaleza satánicos. 
Los ingredientes empleados eran muchos pero destacaban dos: piedra de ara, que eran pequeños fragmentos de mesa de altar, y granos de helecho.

Otra faceta a considerar dentro de la hechicería es la del curanderismotanto para dañar como para curar, diferenciada de la tradición de los santiguadores, así como, de la sabiduría popular del uso de hierbas para tratar distintas enfermedades y que eran toleradas dada la carencia de médicos. 
Aún hoy perviven las referencias a la presencia de brujas, que subsisten en un mundo oculto.

En el contexto de la toponimia se mencionan muchos lugares que parecieran hacer alusión al encuentro de brujas para sus bailes y celebraciones como los numerosos Llanos de las brujas o los bailaderos que los hay en todo el Archipiélago. Sin embargo, Maximiano Trapero(6) nos apunta que "los bailaderos nada tienen que ver con bailes o lugares mágicos, los cuales suelen ser enclaves situados en puntos elevados y de difícil acceso que en su sentido primero explica costumbres de los canarios aborígenes".
Incluso en el folclore se representa esta presencia misteriosa de las brujas en bailes como el gorgojito, que para unos es un baile relacionado con las brujas y para otros no es más que un baile de filtreo, o la canción de las brujas canarias:

De Canarias somos,
de Madrid venimos:
no hace media hora que de allí salimos

Versión que recoge Lothar Siemens(7)  y que alude a la habilidad más característica de una bruja, por supuesto también en Canarias, como es la de volar.




Muestra Bibliográfica en la Biblioteca de Canarias de la ULL

En la Biblioteca de Canarias hemos preparado una muestra bibliográfica con propuestas de lecturas tanto del ámbito histórico, cultural o etnográfico, como de brujas recreadas en la narrativa de Canarias. 



Notas
--(1) García Font, J. El legado celta. Barcelona: Mra, D.L. 1998.
--(2) Sainero, Ramón. Diccionario Akal de mitología celta: (compendio de manuscritos primitivos). Madrid: Akal, 1999.
--(3) Díaz Alayón, C. y Castillo, F.J. José Agustín Álvarez Rixo: notas a los catálogo de los diversos manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo. Tebeto, 2006, nº 19, p. 330-331.
--(4) 
Dos curiosos ejemplares del siglo XVI de la ULL. Blog Libros del Porvenir, 2017.
--(5) Anchieta y Alarcón, José de. Diario. Santa Cruz de Tenerife : Idea, 2011.
--(6) Trapero, Maximiano. Diccionario de toponimia canaria : léxico de referencia oronímica. Las Palmas de Gran Canaria: Uned, Centro Asociado de Las Palmas, 1999.
--(7) Siemens Hernández, Lothar. Nuevas versiones y datos relacionados con la canción de las Brujas canarias. La Laguna: Universidad, Secretariado de Publicaciones, 1985-1990. V. 4, Arqueología y Arte. Miscelánea.


Imágenes
Las imágenes que ilustran este artículo son propias:
--La primera corresponde a Los Caprichos de Francisco de Goya (7ª ed. Madrid: Calcografía Nacional, 189?) que se encuentra en el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, sign. GR 34.
Grabado Linda maestra, nº 68 de una serie de 80. El Museo del Prado ofrece una explicación de este grabado: "Esta estampa corresponde al grupo temático "sueños y brujas". Goya aborda este tema por medio de la representación del vuelo brujeril. Tradicionalmente se creía que las brujas se servían de una escoba para trasladarse por los aires y asistir en puntos muy alejados y apartados de su vivienda habitual al aquelarre. Goya al conocer bien los aspectos de la brujería, captaría el momento en el que una vieja bruja inicia a una joven en estas prácticas...".
--La segunda imagen es la reproducción digital de los documentos del Archivo Personal de José Agustín Álvarez Rixo ubicado en la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, Fondo Antiguo, sign. JAAR 7/42: [Avisos público de concurrencia a la parroquias para excomulgar a las brujas] [Manuscrito]. [17??]. 

Fuentes y más información
-- Castro Alfín, Demetrio. Datos sobre la brujería en Canarias durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Actas del II Congreso Iberoamericano de Antropología 1983. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular, 1985 . P. 609-624.
-- Castro Alfín, Demetrio. Fuentes documentales y análisis etnohistórico. Un estudio de caso: la brujería de Canarias en los siglos XVI y XVII. Revista El Museo Canario, nº. 47, 1985-1987, p. 237-248.
-- García Barbuzano, Domingo. Los bailes de brujas en Canarias. Revista de Historia de Canarias, nº 175, 1984-1986. 
--García Miranda, Francisco Javier. Los bailaderosEl Pajar: Cuaderno de Etnografía Canaria, nº. 7, 2000, p. 42-46.
-- Jiménez Sánchez, Sebastián. Mitos y leyendas : prácticas brujeras, maleficios, santiguados y curanderismo popular en Canarias. Revista Faycan, nº 5, 1955.
-- Matthews, Caitlín. La tradición celtaMadrid: EDAF, 1992. 
-- Monroy Caballero, Andrés. Cuentos de brujas, gigantes y luces en Gran Canaria. Aspectos literarios. Boletín de literatura oral, nº 7, 2017.
-- Roda Márquez, Carmen. Brujas en Canarias en el siglo XVIActas del II Congreso Iberoamericano de Antropología 1983. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular, 1985 . P. 603-607.
-- Santiguadores de La Gomera y La Palma en el último número de "Batey". Blog el Viaje de Juba, 2016.
-- Siemens Hernández, Lothar. Noticias sobre bailes de brujas en Canarias durante el siglo XVIII. Supervivencias actuales. Anuario de Estudios Atlánticos, v. 1, nº 16, 1970.

martes, 18 de septiembre de 2018

En torno al inicio del poblamiento aborigen de las Islas Canarias

El tema del origen de los primeros pobladores del Archipiélago ha sido un "clásico" dentro de la literatura de todos los estudiosos e historiadores que se han acercado al pasado de las Islas. 
A partir de distintos puntos de vista como pueden ser los lingüísticos, antropólogicos, arqueológicos, historiográficos, etc. tenemos análisis que van desde la fascinación de lo mítico a la más completa indagación en el pasado.

Así encontramos quienes apoyaron que los indígenas eran los supervivientes del mítico continente de la Atlántida, pasando por quienes no dudaron en afirmar el origen europeo -Cro-Magnon de Francia- basándose en criterios de antropología física, hasta llegar a la actualidad donde se consolida la afirmación de nuestro origen norteafricano, con la certeza que aporta el análisis de ADN mitocondrial. 
El debate está ahora en cuál es el momento de ese poblamiento: si en época romana, como defiende Antonio Tejera, y antes lo hicieron Juan Álvarez Delgado y otros, o si es anterior, de época fenicia-púnica, lo que remontaría unos siglos en el tiempo ese origen humano.

También, todos los grandes estudiosos de nuestra historia, en mayor o menor medida, reflexionaron sobre este origen. Entre ellos tenemos a Sabin Berthelot o, posteriormente, Juan Bethencourt Alfonso y Luis Diego Cuscoy o en el presente donde se vive un momento álgido con numerosos estudios.




En la Biblioteca canaria de la Universidad de La Laguna es posible consultar una cuantiosa documentación generada a lo largo del tiempo sobre este tema, además, hemos preparado un muestra bibliográfica con una selección de publicaciones que se puede visitar durante este mes.
Mencionamos por ejemplo la ingente obra del etnólogo y lingüísta austriaco Dominik Josef Wölfel publicada tras su fallecimiento en 1963 Monumenta linguae canariae, partiendo de la teoría, entonces muy seguida en Europa, de la pervivencia de una civilización megalítica con las características antropológicas del hombre de Cro-Mañón. 
La curiosa publicación de Bory de Saint-Vicent Ensayos sobre las Islas Afortunadas y la antigua Atlántida o compendio de la historia general del archipiélago canario
De los trabajos del antropólogo Fernando Estévez tenemos Indigenismo, raza y evolución : el pensamiento antropológico canario (1750-1900)  que abrió una nueva vía para el estudio de la identidad de los canarios y su nexo con los antiguos pobladores de las Islas.
También es posible consultar publicaciones donde se defiende la relación fenicia-púnica con los primeros pobladores de las islas como el trabajo Un taller romano de púrpura en los límites de la Ecúmene. Lobos 1, (Fuerteventura, Islas Canarias): primeros resultados. 
Entre las publicaciones de José Farrujia de la Rosa destacamos la que fue su tesis doctoral Ab initio : análisis historiográfico y arqueológico sobre el primitivo poblamiento de Canarias (1342-1969), donde se analiza cuáles han sido las distintas hipótesis que se han vertido en la tradición historiográfica sobre el primer poblamiento humano de Canarias.
Otras de estas publicaciones son las que se enfocan desde el origen norteafricano y bereber de los primeros pobladores de las islas a los estudios sobre las primeras referencias recogidas sobre las Islas Canarias -basadas en la expedición de Juba II- en la obra de Plinio El Viejo Historia Natural.
Por último, reseñamos la más reciente publicación que tenemos, Bereberes contra Roma: insurrecciones indígenas en el norte de África y el poblamiento de las islas Canarias, escrito por Alicia García y Antonio Tejera Gaspar, que defienden el poblamiento de las Islas en base a las tribus expulsadas del territorio del Norte de África por los romanos en torno al siglo I d.C.


NOTA:
Las imágenes que acompañan al texto son propias

martes, 24 de julio de 2018

Herencia canaria en San Antonio de Texas y Louisiana

La relación entre Canarias y la fundación de algunas ciudades estadounidense ha sido bastante desconocido hasta ahora. La reciente visita de los Reyes de España y el Presidente del Gobierno de Canarias a Estados Unidos con motivo de esa conmemoración ha permitido una mayor difusión de esta historia. 
Una historia presente en la Biblioteca Canaria, tanto por las diferentes publicaciones que a lo largo del tiempo hemos recibido de descendientes de las islas con interés en sus orígenes, como por ser del interés de investigadores y de investigadoras de las islas y fuera de ellas.

En la Biblioteca hemos preparado una amplia selección Bibliográfica: Canarias en al fundación de Louisiana y San Antonio de TexasTambién, Sara Barrios Díaz (Licenciada en Historia) nos ha escrito un artículo sobre la relación entre Canarias y el origen de estas ciudades norteamericanas:

Herencia canaria en San Antonio (Texas) y Louisiana

Mucho se ha escrito en estos últimos años sobre la herencia canaria en Estados Unidos y no es precisamente un tema nuevo en la historiografía canaria, pero sí estaba relativamente olvidado desde los años 80. Este resurgir podemos atribuirlo a varios factores, pero, sobre todo, al enorme interés de los herederos de la cultura canaria en Estados Unidos, que sienten la canariedad y la necesidad de conservarla en la otra orilla del Atlántico. La herencia canaria en Estados Unidos se ve reflejada actualmente en dos estados, Texas y Louisiana.

En el caso de Texas, coincidiendo este año con el 300 aniversario de la fundación de la ciudad de San Antonio, gracias a los actos institucionales y la cobertura periodística, podemos decir que muchos canarios han sido conscientes de esta historia compartida.
Destaca el papel que tuvieron los canarios en la fundación de San Antonio cuando el 27 de marzo de 1730 embarcaron desde Santa Cruz de Tenerife quince familias procedentes de Lanzarote, Gran Canaria, La Palma y Tenerife con destino a América, alcanzando Texas en junio de 1731.

El envío de colonos canarios formaba parte del conocido sistema de “tributo de sangre”, vigente desde finales del siglo XVII hasta finales del siglo XVIII y que había sido establecido por el rey Carlos III, implicando el envío de cinco familias canarias por cada cien toneladas de mercancía.
Este “tributo de sangre“ facilitaba doblemente los objetivos de la corona, por un lado, aliviar la tensión social y la presión demográfica en Canarias y, por otro lado, afianzar la población en los nuevos territorios españoles en América, siendo igual de importante el asentamiento de colonos y la españolización de estos nuevos territorios que la defensa militar de los mismos.

A la llegada a San Antonio de las familias canarias, se les dotó de los elementos básicos de agricultura y ganadería, asentándose en San Fernando de Béjar, una zona cercana al presidio y la Misión franciscana fundada a principios del siglo XVIII. Aplicaron al territorio una réplica del modelo agrícola canario y ya en agosto de 1731 se estableció el primer modelo de gobierno que representaba el sistema de Cabildos canario.


Otro caso destacable de la herencia canaria en Estados Unidos es, sin lugar a dudas, Louisiana que, aunque pueda parecer que tiene aspectos comunes con el proceso de Texas, plantea algunas diferencias importantes. 

El primer dato diferenciador fue el sistema de envío de familias, en este caso, fue por la recluta de un batallón con destino Louisiana, presente la Real Orden del 4 de agosto de 1777, dirigida por Matías de Gálvez, que era el tío de Bernardo de Gálvez, lugarteniente en Canarias.
Era, por tanto, un modelo diferenciado de emigración, aquí era la corona quien necesitaba impulsar esa emigración, y no era de forma plenamente voluntaria. Se desarrolló una política poblacionista en zona de frontera, que tenía que estar bien protegida y volcar todos sus esfuerzos en lograr la españolización. 

Para el asentamiento de las familias canarias en Louisiana, según Gilbert Din el 25 % procedían de Tenerife, un 40 % de Gran Canaria y un 15% de Lanzarote, La Gomera y La Palma. Se envían aproximadamente 400 soldados canarios más su familia y el último barco desde Canarias a Louisiana del que tenemos constancia, fue el San José en 1784. 

Podemos destacar cuatro poblaciones isleñas en Louisiana: San Bernardo (en honor a Bernardo de Gálvez), Barataria, Galveztown (en honor a Bernardo de Gálvez también) y Valenzuela.




*Notas:
Enlace a las dos asociaciones de canarios descendientes en San Antonio y Louisiana:
Canary Islands Descendants Association, San Antonio, Texas
Canary Islanders Heritage Society of Louisiana

Enlace a uno de los primeros documentales sobre los descendientes de canarios en Louisiana Mosquitoes and High Water, 1983, su comunidad y sus costumbres, que incluye la visita del Expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, un trabajo de los documentalistas Luis Álvarez y Andrés Kolker.

Texto de Sara Barrios Díaz


viernes, 22 de junio de 2018

Un libro de turismo en Tenerife del s. XIX: Orotava as a Health Resort

El Fondo de Canarias de la Biblioteca Universitaria de La Laguna, en su objetivo de contar con el mayor número de publicaciones de temática isleña para ponerlas al servicio de la comunidad científica y del público en general, acaba de adquirir Orotava as a Health Resort, de Jorge Víctor Pérez Ventoso, editada en Londres en 1893. Se trata de una obra que debe enmarcarse en el contexto de los inicios del turismo de masas en Canarias a finales del siglo XIX, un movimiento auspiciado por la benignidad del clima insular para el restablecimiento de la salud.

El turismo, que poco a poco iría cobrando un creciente protagonismo en los esquemas económicos isleños, motivó el lógico enfrentamiento entre las diferentes islas –especialmente Tenerife y Gran Canaria- por ofrecer las ventajas y comodidades de sus respectivas localidades a la hora de recibir esas primeras oleadas de turistas. Cada localidad y cada isla buscó la manera de enaltecer sus condiciones de idoneidad y excelencia no solo en el ámbito del clima sino también en la calidad de sus instalaciones hoteleras, de su gastronomía y en las facilidades de comunicación y/o transporte. En este apartado es donde monografías como la de Jorge Víctor Pérez fueron decisivas al tratarse de una publicidad, avalada por científicos, publicada en pleno Londres a finales del siglo XIX.

Jorge Víctor Pérez (Puerto de la Cruz, 1840-1920) fue, en este sentido, uno de los precursores insulares en el auge del turismo sanitario en Tenerife ya que el debate estuvo preferentemente monopolizado por profesionales venidos desde tierras europeas como los médicos británicos Ernest Abraham Hart, Mordey Douglas, Jasper Creagh o J. Cleasby Taylor, entre otros. Nuestro autor, hijo del doctor palmero Jorge Pérez González y de la portuense Victoria Ventoso Cullen, estudió en Londres y contrajo nupcias con la inglesa Constanza Carnochan Hodgson (1)
Tras regresar a la isla fue contratado, en 1886, como médico del "Orotava Grand Hotel", cargo en el que permanecería hasta el año 1909. Su empeño y dedicación por la mejora de las condiciones sanitarias de Tenerife fue tal que existen incontables ejemplos, como lo atestigua que enero de 1895 ofreciera la vacuna antidiftérica del Dr. Roux –una auténtica novedad traída expresamente desde Europa- a los Ayuntamientos del Puerto de la Cruz y La Orotava para mejorar la calidad de su oferta médica. 
Es normal encontrar el nombre de Jorge Víctor Pérez entre los agradecimientos de infinidad de viajeros que pasaron por Tenerife, como fue el caso del marqués de Bute, del publicista Alfred Samler Brown o del antropólogo Earnest Alberto Hooton, entre muchos otros. 
Jorge Víctor Pérez (que gustaba firmarse George Victor), fue un paradigma claro de identificación no solo con la comunidad científica británica sino con la propia forma de vida anglosajona, hasta el punto de pedir ser enterrado en el cementerio protestante del Puerto de la Cruz.

Su estudio “Orotava as a Health Resort”, fechado en el Puerto de la Cruz en 1892, nos presenta en cuarenta páginas las ventajas y pautas climatológicas del norte de Tenerife, siguiendo un estricto método científico donde encontramos pruebas termométricas, indicadores de presión atmosférica, mediciones pluviométricas y de viento, etc., registros todos tomados a lo largo de varios años y en diferentes puntos, con el fin último de justificar las excelencias del Valle de La Orotava como lugar de descanso y de destino para los turistas convalecientes. 
La obra se basó primordialmente en un artículo publicado por el mismo autor en la prestigiosa British Medical Journal, con fecha 1 de octubre de 1892 bajo el título “The advantages of Orotava as a Health Resort”(2), si bien –tal y como apunta Pérez Ventoso- incluye una gran cantidad de material adicional que refuerza las ideas establecidas y que esperaba fueran “de interés para aquellos que puedan estar pensándose en viajar a Tenerife”.


Bibliografía
García Pérez, José Luis. Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante el siglo XIX. Santa Cruz de Tenerife: Confederación de Cajas de Ahorros, 1988. Premio de investigación histórica Agustín de Bethencourt. (*Se trata del primer autor en estudiar la temática del influjo de la medicina victoriana sobre las Islas).
González Cruz, María Isabel. La convivencia anglocanaria: estudio sociocultural y lingüístico (1880-1914). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular, 1995.
González Lemus, Nicolás. Clima y medicina: los orígenes del turismo en Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2007.

Texto de Daniel García Pulido


Notas
(1)Constanza Carnochan (1871-1944). Nació en Inglaterra y murió en el Puerto de la Cruz. Publicó Teneriffe and some of its attractions en 1927, que fue editada en español por Ediciones Idea en 2009: Tenerife y algunos de sus atractivos.
(2) El artículo -mucho más corto que el folleto que presentamos aquí- fue publicado en el apartado Notes on Health Resorts, correspondiendo a la Orotava el IX de la serie: 
Notes on Health Resorts. IX- OrotavaPublished 01 October 1892. Br Med J 1892;2:744. (Acceso desde British Medical Journal).
Notes on Health Resorts. IX- OrotavaPublished 01 October 1892. (Acceso desde PubMed Central, PMC).

* Las imágenes que ilustran el artículo son propias, para una mejor visualización pulsar sobre ellas.

Agradecimiento
En la Biblioteca Canaria queremos agradecer a David Wright su disposición para que finalmente esta peculiar obra se encuentre en nuestro Fondo. El señor Wright es un inglés residente en Londres desde donde ha llegado nuestro ejemplar, perteneciente a su colección personal y que había puesto a la venta.