lunes, 29 de mayo de 2017

Poesía y pintura en el Día de Canarias. A propósito del libro Las geografías circundantes



Poesía y pintura en el Día de Canarias


A propósito del libro Las geografías circundantes. Tributo a Manuel Millares
(Libro editado por el Gobierno de Canarias, Prólogo de Alfonso de la Torre, 2016)






La arqueología en la obra de Samir Delgado para Manolo Millares


Sobre las arpilleras del pintor Manolo Millares planean los restos momificados de los antiguos habitantes de su isla y sobre sus pictografías aquellas pictografías aborígenes que de forma gráfica  –en ausencia de palabras– esos mismos habitantes de antiguo, míticos cavernícolas, pintaban en sus cuevas –en la intimidad– y en los barros, pintaderas, testigos de los colores y las formas abstractas, para celebrar en comunidad, sus miedos y oscuridades, a veces miedos blancos otras negro, como a veces, oscuridades blancas.

Samir Delgado
En Manolo Millares, “lo arqueológico –como dejó escrito el poeta Juan Eduardo Cirlot– alude a la « muerte del hombre », no en el sentido de la filosofía nietzscheana, sino en el sentido real de encontrar restos de seres pensantes, destruidos, deshilachados, revueltos, reducidos a una materia que fácilmente puede ya deshacerse en polvo: « homo humus ».” Y cuando cito a Cirlot, en este caso, lo cito como poeta y no como crítico de arte porque muchos poemas de Samir Delgado, poeta, podrían ser escritos por un Samir Delgado, crítico o tratadista de arte. Juego de diferencias. Asumiendo la exhumación de la obra de Millares como un ejercicio historiográfico. El Millares que el poeta ha seleccionado para este libro, se mueve entre la angustia y la esperanza, entre la metamorfosis de los cuerpos en descomposición como analogía de una sociedad destruida. En el mismo sitio, casi o aparentemente, se mueve el poeta Samir, como se mueve el crítico Delgado, poniendo palabras, componiendo imágenes sutiles que desentierran del lienzo, como arqueólogo/poeta/crítico, la materia con la que estaban hechos los anhelos de Millares: “EL LATIDO quimérico del volcán/ permanece al mediodía del cuadro.”

Samir tiene la delicadeza de la cronología –porque sabe que el tiempo del pintor se transforma– y abarca con sus poemas desde 1951 hasta 1972, transmutando el tiempo, aseverando su presente, con su palabra de 2016, la esperanza pasada, el carbono 14 que resucita ya no datos sino los golpes que le marca la obra millaresca: “neanderthalio/ esqueleto diáfano/ caballero del augurio/ de poder-ya-no-estar-ahí

        levántate
            levántate
                levántate”.

Pero Samir no está solo. En sus geografías circundantes, anhela la voz anterior, la palabra que acude, la evocación de la composición y toma prestadas las palabras de otros, de su bibliografía particular, cercana y  los cita. Y cuando comprimimos esas citas, las palabras que restan, los conceptos que quedan, vemos cómo ha deshilachado él también su obra: Henry Michaux (la noche), Descartes (el aire), Joan Brossa (revuelta), Paracelso (el hombre y el cielo), Rafael Alberti (derrumbes), Tertuliano (similitud y parábola pero también vacío y la nada en ausencia), Leonardo de Vinci (aire limpio frente a oscuridad), J.M. Caballero Bonald (transferencias), Juan Eduardo Cirlot (nada, sombra y ceniza), Miguel Hernández (existencia), Lezama Lima (juego de contrarios), Spinoza (percibir), Spinoza (imaginar), Spinoza (unicidad), Lasse Sörderberg (desgarro), José María Moreno Galván (corte/tajo), Octavio Paz (transmutar), Antonio Gamoneda (herida), Picco della Mirandola (semilla), Pascal (pérdida abisal), Giordano Bruno (desvío), Samuel Beckett (blanco), Diego Jesús Jiménez (sin palabras)…

                   “ y el pintor por nada
deshizo el entuerto del aire
                  en el muro de las formas”.



 Aitor Quiney (Barcelona)
Doctor en Historia del Arte y conservador de la Biblioteca Nacional de Cataluña









Aitor Quiney
Agradecemos la colaboración en nuestro blog del autor del artículo Aitor Quiney (Las Palmas de Gran Canaria, 1966) y a Samir Delgado (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) Poeta, Licenciado en Filosofía por la Universidad de La Laguna, autor del libro “Las geografías circundantes. Tributo a Manuel Millares”. Actualmente  reside en México.

Puede consultar las obras de Aitor Quiney en el catálogo de la Biblioteca en este el enlace

Y las obras de Samir Delgado en la Biblioteca Canaria de la ULL pinchando en este enlace.





Nota:
Fotografías facilitadas por Samir Delgado 

lunes, 15 de mayo de 2017

Ramiro Rosón: «El ser humano sólo puede redimirse de su fragilidad si procura retornar a alguna forma de unión con la naturaleza»

Poeta, dramaturgo, narrador, traductor y crítico literario, Ramiro Rosón (Tenerife, 1989) ha participado en diversos simposios y recitales, escrito para revistas como Nexo, Fábula, Piedra y Cielo, Fogal y La Galla Ciencia, y formado parte de los proyectos plásticos Armario de luces y sombras, acompañado de testamento ológrafo y otros enigmas (2011) y Cuestiones ineludibles: una poética del silencio (2015), del escultor Román Hernández. Su obra se encuentra integrada por las obras teatrales recogidas en La desgracia de Orfeo y el desdén de Colombina (Ediciones Idea, 2007) y los poemarios Tratado de la luz (Ediciones Idea, 2008), La simiente del fuego (Ediciones Idea, 2016), por el que obtuvo el XXVIII Premio de Poesía Emeterio Gutiérrez Albelo, y Ruinas del paraíso (Fundación Canaria Mapfre Guanarteme, 2017), en colaboración con Sergio García Clemente. Desde 2009 escribe en el blog Cuaderno de fulgores (cuadernodefulgores.blogspot.com.es).

La simiente del fuego se abre con un poema optimista. En sus últimos versos, escribe: “No pasemos, / con los ojos vendados, sobre el mundo, / como si nunca hubiéramos nacido”. Sin embargo, ese brindis por la esperanza constituye el antecedente a una sucesión de imágenes sórdidas, todas ellas relacionadas con la ciudad. ¿Es su forma de sugerir al lector que si los individuos se muestran severamente receptivos ante la vida, lo primero con lo que tropezarán es con la fealdad y el desengaño?

Me planteé organizar La simiente del fuego en dos grandes partes: primero tiene lugar un descenso a los infiernos, al que sigue un ascenso gradual hacia la esperanza. Mi experiencia biográfica, aunque no posee nada de extraordinario, me ha permitido conocer desde una edad temprana los aspectos más oscuros de nuestra condición, “la zona en sombra de la vida”, como decía Cernuda. Desde la primera adolescencia he sentido la conciencia angustiosa de vivir en una sociedad absurda y aberrante, que degrada al hombre convirtiéndolo en una mercancía desde la cuna hasta la tumba; por este motivo las imágenes sórdidas del poemario se relacionan con la ciudad, con el espacio de la vida política y social por excelencia. Pero ese animal extraño llamado hombre, que puede realizar las acciones más heroicas y las más abominables (“gloria y desecho del universo”, como lo define Pascal en sus Pensamientos), necesita de la esperanza para no sucumbir a sus tendencias más negativas, pues el desencanto llevado al extremo sólo favorece la pasividad y la autodestrucción, desaprovechando las capacidades humanas para acometer una transformación positiva del mundo. Por lo tanto, La simiente del fuego, aunque expone sin reservas la crudeza del desencanto, se decide finalmente por la esperanza, para que el autor y el lector no desistan jamás del empeño de construir un futuro más digno que el presente, como también sucede en el poemario Ruinas del paraíso.


En el libro vincula la ciudad con la noche y el nihilismo, imagen que contrapone con la de una naturaleza luminosa y ponderada. En uno de los poemas escribe “Sol de verano, guía de mis ojos, / alumbra mis helados interiores”, con lo que remite a una de las ideas centrales de la alegoría de la caverna de Platón: que el sol representa el conocimiento verdadero. Esa insistencia en hallar la sabiduría y el significado del mundo dentro del espacio de la naturaleza permiten relacionar la postura intelectual que usted desarrolla con precedentes que van desde la primitiva filosofía griega hasta poetas como Antonio Machado o Claudio Rodríguez. ¿Qué puede decir al respecto?

En efecto, La simiente del fuego desarrolla una imaginería solar que constituye uno de los ejes medulares del poemario. El Antonio Machado más intimista y sobrio, que se revela en Campos de Castilla, libro que leí desde la infancia, contribuyó a forjar ese gusto mío por la naturaleza con poemas como “A un olmo seco”, en el que el corazón del poeta sevillano se vuelve “hacia la luz y hacia la vida” para esperar un milagro de la primavera. Por otro lado, Claudio Rodríguez, con títulos imprescindibles como Don de la ebriedad y Alianza y condena, también supone un referente básico para mí, pues ya desde los primeros versos de Don de la ebriedad exalta la sabiduría oculta en la estructura del universo: “Siempre la claridad viene del cielo; / es un don: no se halla entre las cosas / sino muy por encima, y las ocupa / haciendo de ello vida y labor propias.” Toda esa tradición intelectual que viene desde la filosofía griega hasta la poesía española del siglo XX, vinculando la claridad solar al conocimiento, no podía ignorarse en un poemario como La simiente del fuego, en el que la contemplación de la naturaleza desempeña un papel decisivo.

Dentro de las imágenes de la naturaleza que describe, destacan sobre todo el agua y el cielo. ¿Esa presencia de lo azul en general y del agua en particular se encuentra relacionada con la idea de deseo infinito, con el símbolo de la flor azul que Novalis introdujo en el romanticismo?

Sin duda, la flor azul de Novalis se encuentra de forma latente en las numerosas imágenes relacionadas con este color que se suceden a lo largo de La simiente del fuego y que, en menor medida, aparecen en algunos poemas de Ruinas del paraíso. En el caso de los poetas canarios, desde el Tomás Morales de Las rosas de Hércules hasta el Félix Francisco Casanova de El invernadero, la imagen del agua en su vertiente marina se ha convertido en el vehículo más idóneo para expresar ese anhelo de infinito, pues el océano es una presencia continua para el habitante de las islas. Por otro lado, en algunos poemas de La simiente del fuego la imagen del mar se termina asimilando a la del cielo, pues en ambos casos se trata de espacios inmensos y vacíos que no cesan de sugerir la idea del infinito e incluso, desde una perspectiva mística, la del Totalmente Otro, esa divinidad que, según el teólogo protestante Karl Barth, resulta del todo imposible comprender, pero a la que el hombre siente la necesidad íntima de dirigirse.

En La simiente del fuego incluye un poema, “Los inmigrantes”, de clara denuncia social. Esa denuncia se amplia y enriquece en Ruinas del paraíso con títulos como “Alocución irreal”, “El desaliento” y “Europa”. Reivindica, de este modo, la función crítica del poeta en el tiempo y el entorno que le ha tocado vivir, o, dicho en otros términos, defiende la idea de que la figura del intelectual debe resultar necesariamente incómoda para los poderes de turno...


Ramiro Rosón
Creo que, en el mundo que nace a partir de la gran recesión económica de 2008, lleno de incertidumbres y convulsiones, el poeta, como los demás trabajadores de la cultura, debe recuperar su función crítica sin miedo ni vergüenza. En este sentido, considero que se necesita llevar a cabo una revisión crítica de ciertos aspectos de la posmodernidad, pero conservando sus aportaciones positivas a la historia del pensamiento. El excesivo individualismo posmoderno, que surge con la caída de los grandes relatos, ha favorecido un desinterés por los asuntos públicos que sólo conduce a la irresponsabilidad absoluta. No se puede olvidar que, en las décadas anteriores al estallido de la burbuja inmobiliaria, grandes sectores de la ciudadanía renunciaron a participar en la actividad política y en los movimientos sociales, de forma que no mostraban ningún rechazo hacia las políticas neoliberales mientras se mantenían unas condiciones de vida más o menos aceptables para la mayoría. Por otro lado, la poesía social plantea una importante cuestión estilística: ¿cómo poner en solfa las estructuras del poder sin acabar escribiendo un panfleto, para que el poema perdure más allá del momento histórico al que se refiere? A mi juicio, la única respuesta a este problema formal se encuentra en el uso continuo de la imaginación, que transforma la realidad en lenguaje poético de manera inusitada y sorprendente. La imaginación debe buscar un término medio que cada autor defina según su caso, para que el poema social no caiga en la ramplonería ni en el hermetismo. 

Frente a la injusticia y el desorden de las acciones humanas, en Ruinas del paraíso de nuevo señala la naturaleza como el espacio mítico para la redención de los individuos, simbolizada de forma particular en el vencejo, con el que parece desplazar a otras figuras más recurrentes de la tradición poética, como el mirlo o el gorrión.

Siempre me ha fascinado la imagen del vencejo, un pájaro que suele anidar cerca del ser humano, pero que pasa la mayoría de su vida en el aire, aprovechando la fuerza de los vientos para planear. En el poema “Los vencejos”, incluido en Ruinas del paraíso, estas aves se transforman en espejos donde el yo poético reconoce la fragilidad humana, pues su vuelo dibuja un movimiento de oscilación entre dos extremos (la tierra y las nubes), así como el hombre se mueve entre el dolor y la felicidad a lo largo de toda su existencia. Pero al mismo tiempo se da cuenta de que el ser humano sólo puede redimirse de su fragilidad si procura, en la medida de lo posible, retornar a alguna forma de unión con la naturaleza, tomando conciencia de pertenecer a un todo mucho más grande y poderoso que sí mismo. Por lo tanto, en este libro la naturaleza sigue presentándose como un espacio donde el hombre puede conocerse a sí mismo a través de la reflexión solitaria, al margen de convenciones sociales basadas en imposturas, en la medida en que ofrece un conjunto de leyes más armónicas y perdurables que cualquier forma de organización humana (como decía Plinio el Viejo, “el mayor número de los males que padece el hombre provienen del hombre mismo”).

Por último, ¿qué le diría a los lectores para que se aproximen a las páginas de La simiente del fuego y Ruinas del paraíso?

No sé si el autor es la persona más indicada para animar a los demás a leer sus libros, pero creo que se trata de dos poemarios que buscan una unidad orgánica dentro de su variedad de temas. A través de un lenguaje que enfatiza el ritmo como elemento esencial de la poesía, buscando un equilibrio entre clasicismo y modernidad, he intentado sintetizar, con acierto o sin él, todo un abanico de influencias que abarca, en el campo de la literatura universal, desde el primer romanticismo hasta los inicios del surrealismo (Goethe, Hölderlin, Novalis, Keats, Shelley, Wordsworth, Leopardi, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Apollinaire), y que incluye buena parte de la poesía española del siglo XX (Lorca, Juan Ramón, Cernuda, Salinas, Aleixandre, Valente). Pero, sobre todo, La simiente del fuego y Ruinas del paraíso aspiran a un equilibrio entre forma y contenido, apostando por una imaginación que conjugue poesía y pensamiento, contra el dictamen de los que han querido desterrarla de la creación poética como si se tratara de un elemento superfluo.

Por Benito Romero




Puede consultar las obras de Ramiro Rosón en la Biblioteca Canaria de la ULL pinchando en este enlace.

*Agradecemos al autor del artículo su colaboración con nuestro blog.
Benito Romero Rodríguez (1983) es licenciado en Filosofía. Obtuvo el Premio Félix Francisco Casanova de Poesía (2002) y el Premio de Poesía de Juventud y Cultura de Canarias (2006), y ha colaborado en diferentes diarios y revistas de Canarias. Puede consultar sus publicaciones en nuestra Biblioteca.

viernes, 5 de mayo de 2017

El valor de un cementerio


Cementerio Puerto de la Cruz de la Orotava 1852 (detalle), de Álvarez Rixo

La historia de Canarias está también en nuestros cementerios y conocerlos nos ayuda a comprender la sociedad en la que surgieron y su transformación.
San Rafael y San Roque (FEDAC)
La construcción de cementerios civiles comenzó en Canarias antes que en la mayor parte de la Península, a principios del siglo XIX. Aunque se prohibía el enterramiento en las iglesias desde 1787, con algunas excepciones, la costumbre prosiguió hasta que las epidemias que devastaron las islas en esa época obligaron a buscar mejor emplazamiento.
La fiebre amarilla que diezmó a la población de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife provocó la construcción del primer cementerio civil en 1811: San Rafael y San Roque. Igual causa obligó a construir también el Cementerio del Puerto de la Cruz un año más tarde, al que siguieron el de Vegueta (Las Palmas de Gran Canaria) y San Juan Bautista (La Laguna).


Cementerio de Las Palmas de Gran Canaria, en  Álvarez Rixo  [1841-1867]

Aún bajo el control de la Iglesia, los nuevos lugares de enterramiento se construían y eran gestionados por los ayuntamientos. Pasada la urgencia que los originó, en la segunda mitad del XIX estos cementerios ya reflejaban la ciudad de los vivos: muchas tumbas para los simples mortales y otras con lápidas hermosamente decoradas, esculturas de reconocidos artistas y mausoleos imponentes. Al fin y al cabo, todos acababan allí, así que en nuestros cementerios históricos está la huella de los campesinos y los obreros, de los comerciantes burgueses y los nobles de las islas; allí están los restos de muchos notables, cuyo nombre apenas se recuerda, junto a otros que habrían merecido mayor reconocimiento. Entre estos últimos hay numerosos masones, nunca bien acogidos en los cementerios católicos, cuyas inscripciones y símbolos podían ser eliminados -tras la Guerra Civil- si molestaban a la Iglesia católica.

La Chercha del Puerto de la Cruz
La Chercha según Álvarez Rixo
La población no católica, de origen europeo, tampoco podía ser enterrada en camposanto. Sus restos se ubicaban en parajes alejados y a menudo se producían alborotos de la plebe durante sus entierros.
El cementerio protestante más antiguo de Canarias, probablemente de España, es el Cementerio Inglés del Puerto de la Cruz. Según el cronista portuense Álvarez Rixo, el primer entierro se produjo allí en 1770, "en el sitio que desde entonces se denominó la Chercha" [por churchyard, cementerio en inglés], aunque afirma que debió haber otros previos a esa fecha. Algunos autores refieren testimonios de su utilización un siglo antes.

La colonia protestante de Canarias debió esperar hasta los años 30 del siglo XIX para disponer de otros dos lugares de entierro "oficiales": una parcela asimilada al de San Rafael y San Roque, en Santa Cruz de Tenerife, y el British Cemetery (el Cementerio Inglés), en Las Palmas de Gran Canaria.

Ed. Dykinson, 2017
Según el profesor M. Ramírez Sánchez, autor de Historias en la piedra: la escritura última en los cementerios ingleses de Canarias, el estudio de los epitafios y sepulturas de estos tres cementerios facilita un "análisis social de esa escritura expuesta y ver cómo la élite, la burguesía inglesa, utiliza esos espacios de memoria, una forma de autorrepresentación de las propias familias".*
La importación de su iconografía, los materiales y estilos británicos en los elementos mortuorios durante el siglo XIX y principios del XX, permiten entender mejor la mentalidad y la relevancia de estos extranjeros afincados en las Islas, igual que el estudio de sus actividades económicas o la influencia de su idioma en el habla de Canarias.

Seis cementerios canarios declarados Bien de Interés Cultural

Para garantizar su conservación, dos de estos cementerios protestantes están declarados Bien de Interés Cultural (BIC): el que forma parte del conjunto de San Rafael y San Roque, en Santa Cruz de Tenerife, y el Cementerio Inglés de Las Palmas de Gran Canaria. Ambos comparten clasificación con los antiguos cementerios de Vegueta (1812), San Juan Bautista (1814), en La Laguna, y el Cementerio de La Orotava (1823). El primero que se registró como BIC fue el grancanario de San Bartolomé de Tirajana (1823).
Ayto. Santa Cruz de Tfe.,2006
Esta condición reconoce la necesidad de conservarlos y obliga a la administración a tomar medidas para protegerlos. Además de su valor histórico, en ellos se conserva el trabajo de artistas muy relevantes, como el genovés Angelo Cherubini o Fernando Estévez en los de Tenerife; en Gran Canaria destaca notablemente el cementerio de Vegueta por el valor sus esculturas funerarias y la obra artística de Ponce de León. Los cementerios históricos grancanarios se distinguen en general por su estado de conservación... y aprecio.

Lamentablemente, el desconocimiento común del valor patrimonial de estas construcciones y la desidia oficial, también histórica, se unieron a la crisis económica de los últimos años, contribuyendo a su abandono. Varios de estos monumentos han sufrido un grave deterioro durante décadas y no parecen haberse beneficiado mucho de la condición de Bien de Interés Cultural. Especialmente preocupante resulta la situación del cementerio más antiguo, el de San Rafael y San Roque, víctima de repetidos ataques vandálicos y salvado in extremis por el ayuntamiento capitalino con algunas medidas de rehabilitación y control.**



El cementerio herido.Vicente Pérez.2014 (3m.)

La reciente propuesta del Gobierno de Canarias a los Cabildos para que revisen los criterios de selección de los Bienes de Interés Cultural registrados (411 en total) ha causado cierta preocupación entre las personas interesadas en el patrimonio cultural de las Islas. Puede que no todos los BIC merezcan tan algo grado de protección, pero cada uno de ellos debe ser revisado con criterios rigurosos y uniformes.
La ausencia de una política coherente y continua respecto al patrimonio cultural parece ser una carencia histórica de la administración pública de Canarias. Tampoco han sido del todo efectivas las acciones para difundir su conocimiento entre la población.

Solo se valora lo que se conoce
XIII Jornadas. Teror. 2017.
El desconocimiento de la riqueza cultural de las Islas y de su potencial económico también es un problema. El esfuerzo de algunos investigadores por difundir el valor del patrimonio ha dado algunos frutos en el caso de los cementerios históricos canarios. A los estudios en publicaciones especializadas comienzan a sumarse algunas actividades culturales y turísticas.
Recientemente el Ayuntamiento de Teror dedicó sus XIII Jornadas de Patrimonio Cultural a los cementerios históricos de Canarias y su valor patrimonial, en las que participaron especialistas en arqueología, etnografía, epigrafía e historia del arte. Allí se habló también de rutas culturales y patrimonio funerario, destacando el valor del turismo asociado a los cementerios y la muerte (dark tourism) como un activo económico a potenciar. La FEDAC participó en el evento con un recorrido por los rituales funerarios de las Islas en los últimos 130 años, que está disponible en su página web. Está prevista la publicación de las actas de estas jornadas y la difusión de las intervenciones en el canal de Teror televisión. com (Youtube).


Actualización
Intervención de M. Ramírez Sánchez en las Jornadas de Patrimonio: Los cementerios ingleses de Canarias: una huella poco conocida de la presencia británica en las islas (59m.). En: canal Teror televisión.com (09/05/2017).



Notas y más información

*Un estudio inédito nos descubre aspectos de la presencia británica a través de los cementerios protestantes que existen en Canarias. En Isla de Lecturas.
**San Rafael y San Roque, un cementerio entre la historia y el olvido, de Lorena González. En Canarias en hora.


Béthencourt Massieu, A. (1995). Secularización y mentalidades: el cementerio de San Cristóbal de La Laguna (1807-1816). En Anuario de Estudios Atlánticos, nº 41. Las Palmas de Gran Canaria.
Brito González, Alexis D. (2015). El descanso de la eternidad en ultramar: una breve historia del cementerio inglés de Las Palmas. En Anuario de la Facultad de Geografía e Historia (ULPGC) Las Palmas de Gran Canaria.

Encuentro Internacional sobre los cementerios contemporáneos (1º.1991.Sevilla)La arquitectura decimonónica de carácter funerario en el Cementerio de Vegueta de Las Palmas / M.R. Hernández Socorro. P. [435]-444; Cementerios decimonónicos de Santa Cruz de Tenerife: aproximación a su estado a través de la prensa local / E. R. Pérez Peñate. P. [513]-520; Vicisitudes del cementerio de Las Palmas de Gran Canaria en el siglo XIX : sus condiciones higiénico-sanitarias y su ensanche / A. M. Quesada Acosta.P. [521]-528.
García Pulido, D. (2000). San Rafael y San Roque: un camposanto con historia (1810-1916). Santa Cruz de Tenerife. 

León Álvarez, F. (2016). Origen y evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo (Tenerife). En Boletin Millares Carló, nº 24-25. Las Palmas de Gran Canaria.
Ramírez Sánchez, M. (2013). Los cementerios ingleses de Canarias: un patrimonio por revalorizar. En Marchar Rivera, Alicia; Rodríguez Marín, Francisco (coords.). La muerte desde la arqueología, la historia y el arte.
Ramírez Sánchez, M. (2012). In loving memory: escritura última y memoria en los cementerios ingleses de Canarias. En XX Coloquio de Historia Canario-Americana. Las Palmas de Gran Canaria.

Aunque no abundan las publicaciones monográficas sobre los cementerios históricos canarios, sí existen algunas referencias en obras generales, separatas y artículos de revistas. Puede consultar una pequeña selección de la Biblioteca Canaria en este enlace.

Los dibujos del Cementerio del Puerto de la Cruz, del Cementerio de Las Palmas de Gran Canaria y el manuscrito pertenecen al Archivo personal de Álvarez Rixo (Biblioteca ULL), el resto de imágenes a los editores. El vídeo es obra de Vicente Pérez Luis.